El barrio
Si hablo de inspiración siento como que me estoy poniendo en un lugar demasiado alto para mí, así que prefiero llamarlo sólo ganas de escribir o de contar cosas.
Y resulta que estas ganas de contar cosas hacia un tiempito no me agarraban. Después se sumó la falta de teléfono a raíz de la tormenta de hace 15 días, hoy lunes, y me tuve que limitar a publicar algunas cositas programadas desde la oficina o programar otras para tratar de “cumplir“ con quienes tienen la delicadeza de pasar por acá y ver que onda y cumplir conmigo, ya que no me gusta ausentarme por mucho tiempo del blog. Esto se complico con el acopio de mails en mis cuentas de correo, llegando a tener arriba de ciento cincuenta sin leer.
Y hoy llegó. Me vinieron las ganas de contarles varias cosas mías:
Y resulta que estas ganas de contar cosas hacia un tiempito no me agarraban. Después se sumó la falta de teléfono a raíz de la tormenta de hace 15 días, hoy lunes, y me tuve que limitar a publicar algunas cositas programadas desde la oficina o programar otras para tratar de “cumplir“ con quienes tienen la delicadeza de pasar por acá y ver que onda y cumplir conmigo, ya que no me gusta ausentarme por mucho tiempo del blog. Esto se complico con el acopio de mails en mis cuentas de correo, llegando a tener arriba de ciento cincuenta sin leer.
Y hoy llegó. Me vinieron las ganas de contarles varias cosas mías:
Que cambié el auto, por fin.
Que el sábado me iba a encontrar con mis compañeros de la primaria pero al final se pinchó el encuentro.
Que aproveché y pasé de nuevo por mi cuadra y pasó algo. Y acá paro y les cuento:
Con la excusa de comprar un agua con gas en un kiosquito paré en la cuadra donde viví hasta el 3/1/89. Como no tenía cambio el quiosquero fui hasta el auto a buscar unas moneditas que tenía. Pagué. Iba lento hacia el auto mirando la puerta donde vivía Carlitos y su hermano Ariel. No pude evitar recordar en ese instante el día que lo encontré a Carlitos llorando en la vereda junto a su hermano, porque sin querer había prendido fuego la habitación de arriba que funcionaba de altillo y en la esquina doblaban los bomberos. No pude dejar de recordar la culpa que sentí en ese momento ya que cuando el venia a casa jugábamos con fósforos, alcohol, ladrillos huecos y play móvil a los bomberos….
Cuando volví de ese pensamiento miré hacia un lado y una señora se aproximaba a ésta puerta llave en mano y no dudé en preguntarle si aún vivía en esos departamentos Raquel. Me dijo que sí, sin poder ocultar su curiosidad y su sorpresa. Ahí me di cuenta que era la mamá de Carlitos y Ariel. Le pregunté si no me conocía. Cuado me dijo que no, le explique quien era.
Con la excusa de comprar un agua con gas en un kiosquito paré en la cuadra donde viví hasta el 3/1/89. Como no tenía cambio el quiosquero fui hasta el auto a buscar unas moneditas que tenía. Pagué. Iba lento hacia el auto mirando la puerta donde vivía Carlitos y su hermano Ariel. No pude evitar recordar en ese instante el día que lo encontré a Carlitos llorando en la vereda junto a su hermano, porque sin querer había prendido fuego la habitación de arriba que funcionaba de altillo y en la esquina doblaban los bomberos. No pude dejar de recordar la culpa que sentí en ese momento ya que cuando el venia a casa jugábamos con fósforos, alcohol, ladrillos huecos y play móvil a los bomberos….
Cuando volví de ese pensamiento miré hacia un lado y una señora se aproximaba a ésta puerta llave en mano y no dudé en preguntarle si aún vivía en esos departamentos Raquel. Me dijo que sí, sin poder ocultar su curiosidad y su sorpresa. Ahí me di cuenta que era la mamá de Carlitos y Ariel. Le pregunté si no me conocía. Cuado me dijo que no, le explique quien era.
Sentí que le hacia feliz verme. Nos dimos un abrazo y un beso. Me contó que Carlitos (hace ya tiempo es Carlos) vive hace unos años en España y que su hermano trabaja en una inmobiliaria. Hablamos de mi vieja, de mi hermana, de mi un poco, del barrio que había cambiado mucho. Y nos despedimos.
Cuando me fui me di cuenta de que no es tan cierto eso de que no hay que regresar a los lugares donde uno fue feliz…como también me di cuenta de que tendría que haberle dado un abrazo más fuerte a ésta mujer, Raquel.
Recordé tardes de dibujitos, de autitos, de bicicleta, cuando me llevó a “El Circo de Orlando Orfei”, a “El Arca de Sofovich” y las cagadas a pedos que nos comíamos a veces por pelearnos por boludeces.
Recordé también que una mañana de mayo, que me había quedado a dormir en su casa y me tenía que encontrar con mi vieja en la clínica donde estaba internado mi tío, justo cuando me estaba yendo, ella fue la que me dijo que me quede, que no tenía que ir... Y me abrazo para que pudiera llorar tranquilo.
…………………………………………………………………………………………...................................................….
Todo momento deja algo.
A mi me quedó la sensación ésa de no haberle demostrado con un abrazo más fuerte, o más largo quizás, que fue y es más que la mama de Carlitos y Ariel.
Cuando me fui me di cuenta de que no es tan cierto eso de que no hay que regresar a los lugares donde uno fue feliz…como también me di cuenta de que tendría que haberle dado un abrazo más fuerte a ésta mujer, Raquel.
Recordé tardes de dibujitos, de autitos, de bicicleta, cuando me llevó a “El Circo de Orlando Orfei”, a “El Arca de Sofovich” y las cagadas a pedos que nos comíamos a veces por pelearnos por boludeces.
Recordé también que una mañana de mayo, que me había quedado a dormir en su casa y me tenía que encontrar con mi vieja en la clínica donde estaba internado mi tío, justo cuando me estaba yendo, ella fue la que me dijo que me quede, que no tenía que ir... Y me abrazo para que pudiera llorar tranquilo.
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Todo momento deja algo.
A mi me quedó la sensación ésa de no haberle demostrado con un abrazo más fuerte, o más largo quizás, que fue y es más que la mama de Carlitos y Ariel.
Comentarios
Abrazo
besitoss
Diva:si puede ser. Gracias por la compañia. Besos
Felipe:A mi me pasa lo mismo con mi casa de alla. Tengo esperanzas de entrar de nuevo.Gracias por tu visita, primero comentario aca, no? Espero se repita.-
Nathaly: tenes razon no habia reparado en ese detalle de la felicidad ajena. Gracias por notarlo. Besos
Me alegra saber que no somos pocos los que nos emocionamos con estas cosillas.
Te digo una cosa, andá a saludarla otra vez si te quedaste con las ganas de demostrarle que es más que eso, la mamá de Carlitos.
besos