Una nueva mudanza. La novena si no conté mal. Me acuerdo de casi todas de la misma forma que me acuerdo de todos los lugares donde viví.

Ésta vez fue distinto: Por segunda vez en mi vida cambié de ciudad, de distrito. Pero ésta vez lo hice solo, sin más que mi montón de cosas materiales y mi gata René, que todavía intenta acostumbrarse a éste nuevo lugar.

Después de vivir más de tres meses en el cuartel tras irme de mi casa de casado,
viví por 7 años en el mismo lugar. Llegué con alegría y miedos. Con expectativas y sueños. Con ganas de que sea ése mi lugar, aunque no lo iba a menos que pagara puntualmente el alquiler.

 Creo que la mitad del tiempo que pasé ahí lo disfruté. La otra lo padecí.

Pasé muy lindos momentos ahí y también algunos muy feos, duros y tristes. Miré miles de veces el atardecer por esa ventana.

Cuando la lluvia venia del éste golpeaba fuerte contra los vidrios y si caía granizo era imposible pensar siquiera del ruido que hacía al golpear en las chapas del techo.

Varias veces pude ver desde esa ventana columnas de humo importantes y de manera casi inmediata podía escuchar la sirena del camión que salía desde el Central.

Excesivamente cálida en verano y extremadamente fría en invierno. 

No recuerdo cuando empezó el desamor. Pero en los últimos tiempos me hacía mal estar ahí. Ya no era la misma que conocí y, obviamente, Yo era otro.

Casi 7 años

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